El Juego "Sentirse Bien- Sentirse Mal"
El juego de “Sentirse Bien-Sentirse Mal” es una técnica que, originalmente, se elaboró para utilizarla con niños adoptivos con problemas y que viven en ambientes de adopción-atención. Desde sus orígenes, esta técnica se utiliza con cualquier figura paterna-e-hijo, para la cual se considera al apego y la comunicación afectiva como objetivos terapéuticos importantes.
Combina elementos de la teoría del apego, la terapia de juego, la familiar y los enfoques cognoscitivo-terapéuticos de solución de problemas. Se le puede utilizar con el fin de facilitar el apego entre la figura paterna y el niño, y para proporcionar un formato de comunicación acerca de los sentimientos y los problemas. Esta técnica implica un componente de conversación, uno diádico de juego y otro más de juego libre.
Procedimiento
Características del terapeuta

Características del paciente
El hijo
De modo inicial, se elaboró para utilizarse con los hijos adoptivos y sus respectivos padres adoptivos. Actualmente se utiliza con padres biológicos, que se hacen cargo de hijos ajenos, abuelos y otros cuidadores. Esta técnica resulta apropiada para cualquier hijo, para quien los objetivos terapéuticos incluyen la facilitación de la capacidad para comunicar sentimientos y fortalecer la relación de apego entre ese mismo hijo y una figura paterna.
Es probable que la técnica tenga mayor utilidad en niños que se hallan entre los 6 y los 12 años de edad, pero cuyo funcionamiento socio-emocional corresponde a una etapa anterior a la de sus edades cronológicas.
Figura paterna

Logística
Conversación
Procedimiento: El padre y el hijo se sientan dándose la cara el uno al otro, para facilitar el contacto ocular directo. Una de las dos personas comienza el juego al preguntar a la otra: “¿qué sucedió esta semana que te hizo sentir bien?”, o “¿qué ocurrió esta semana que te hizo sentir mal?”. Si uno de los dos miembros de la díada aborda en primera instancia el asunto de los “buenos sentimientos”, el otro miembro debe proceder a hacer eso mismo. El punto focal se halla en la identificación de sentimientos y en el enlace de los mismos a los acontecimientos.
En seguida pueden encauzarse los problemas que se identificaron durante el intercambio de ideas. Debe utilizarse alguna clase de procedimiento de resolución de problemas, para dar estructura al padre y al hijo. Un ejemplo es el siguiente que se extrapoló de la estrategia de solución de problemas en cuatro pasos, la cual describió O´Connor (1991)
1. El problema se define tanto desde la perspectiva del hijo como de la del padre. Esto reduce la experiencia del hijo en el sentido de que se halla en un problema o es objeto de alguna crítica.
2. Tanto el hijo como el padre inspiran ideas en pro de encontrar soluciones.
3. El hijo y el padre llegan de mutuo acuerdo a un plan para encauzar el problema en el futuro.
4. Llevan a la práctica ese plan y evalúan la solución propuesta, en sesiones posteriores.
Función del terapeuta.
Si el hijo es incapaz de identificar un acontecimiento, se solicita al padre que lo auxilie en ese sentido. Muchos hijos sólo son capaces de identificar sentimientos muy elementales, como estar triste, alegre, enfadado, atemorizado y solo. A partir de ello, en muchas de las primeras sesiones, el terapeuta puede enfocarse sobre la educación del niño acerca de cómo identificar y hablar de sus sentimientos.
La función del terapeuta durante el diálogo de sentimientos y el componente de solución de problemas es, en muchos sentidos, similar al de un terapeuta familiar. El terapeuta debe enfocarse en el proceso entre los dos participantes, mientras mantiene en mente las necesidades y capacidades de cada individuo.
Etapas del tratamiento
El proceso observado con mayor frecuencia en cuanto a los niños resistentes, socialmente aislados, dentro de ambientes de cuidad adoptivo, fue que los mismos, en principio, se resistieron tanto para hablar de los sentimientos como para el juego que implicaba a otra persona. Más tarde, en tanto los niños desarrollaban una relación con su padre adoptivo, escogieron el incluir a este último en el juego libre de su propia elección, o expandir la actividad diádica.
Por último, comenzaron a utilizar el componente de conversación como un lugar seguro para hablar acerca de sentimientos y acontecimientos muy problemáticos. Tanto del pasado como del presente, y en momentos frecuentes, como la utilización virtual de toda la sesión para ello. Con otros niños que no se hallaban socialmente desligados, la tendencia fue a que eligieran actividades que implicaran al terapeuta, al padre o a mambos durante el componente del juego libre.
Existen tres situaciones potenciales que pueden interferir con la inclusión del juego en la sesión:
1. El hijo se resiste a participar en el juego de conversación o diádico.
2. El padre puede desear gastar una cantidad considerable de energía y tiempo para concentrase en los problemas con el niño que han estado ocurriendo en el hogar.
3. El hijo comienza a utilizar la estructura del juego como un sitio para procesar sentimientos y acontecimientos difíciles dentro de su vida, y este proceso puede abarcar la mayor parte de la sesión.
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